Parte del éxito de los desmanes de nuestros políticos latinoamericanos, es que nos han hecho pensar, creer y aceptar, que el apoyo hacia una determinada ideología o partido político, implica adhesión incondicional y/o fe ciega y sin criterio-de ninguna naturaleza- o lo que es lo mismo, cero críticas o siempre justificar lo injustificable.
Por supuesto, que no es un fenómeno exclusivo de América Latina, también en Europa, USA, Canadá, se registran casos, pero de este lado del charco los ejemplos abundan y las técnicas para su perfección están casi institucionalizadas y hasta forman ya parte de las directrices propias y/o que se giran o ejecutan al interior de los partidos políticos.
En ese sentido, prácticas de corrupción a todo nivel, narco-Estado, terrorismo de Estado, violación de los Derechos Humanos, exclusión, censura, enriquecimiento ilícito, desvío de fondos públicos, demagogia, en fin, abuso de y del poder a escala inmedible, son el denominador común del quehacer político de estas latitudes, y las que los ciudadanos ya la juzgan como cotidianas, como parte de una inexorable realidad latinoamericana.
¿Y será que esto fue, es y será siempre así?
¿Acaso los ciudadanos nunca ejercerán correcta y adecuadamente su ciudadanía?
¿Qué hace falta para que las personas entiendan que se puede apoyar a una determinada opción teniendo con criterio y libertad de pensamiento?
Nelitza Solarte 